sábado, 21 de marzo de 2015

10. Lucy - De vuelta

Entramos rápidamente en la biblioteca y cerramos la puerta asegurándola con una especie de palanca.
- ¿Puedes hacerle algo?- Me preguntó Cus.
- No -resoplé-, es de noche.
- Mierda es verdad - Maldijo por lo bajo-. De todas formas, deberíamos ocultarnos por si acaso.

Me di la vuelta y estoy bastante segura de que se me abrió la boca del asombro tan grande que me produjo el contemplar la biblioteca. Decir que era enorme se quedaba corto. La biblioteca se dividía en tres grandes partes. La primera era donde estábamos, con enormes mesas y algunas estanterías por sus alrededores. Después, tras unas barandas barnizadas y subiendo unos cuantos escalones, se disponían a ambos lados maravillosas selvas pagadas de enormes estanterías que casi rozaban el techo abovedado. Estaban todas ellas dispuestas en vertical, encontrando de vez en cuando algún acogedor sillón de terciopelo en el que poder recostarse.
- Increíble, ¿verdad?- Me susurró al oido Syracus. Su voz me devolvió a la realidad y asentí aún asombrada.
Por segunda vez en apenas un rato, Syracus volvió a cogerme de la mano. Salió corriendo por la derecha, tirando suavemente de mí y fuimos avanzando, primero hacia la derecha, luego todo recto, izquierda, izquierda, recto y luego derecha otra vez. Me sentía muy desorientada, pero él parecía saber perfectamente dónde nos encontrábamos. De pronto se detuvo, respirando fuerte.
- Vale, hemos llegado.
Se trataba de una especie de salita que tenía por paredes fuertes estanterías. Había cojines tirados por el suelo sin ton ni son, y bastantes libros apilados por los rincones.
- Esta es mi parte favorita de la biblioteca. Aquí ni Kilian me encuentra.
Asentí agachándome para revisar los títulos de los libros. Casi todos estaban relacionados con la medicina: remedios curativos, hierbas con propiedades mágicas, homeopatía...
- Deberías echarte un rato, tienes una cara horrible. En el mejor de los sentidos, claro. Montaré guardia, no te preocupes. 
Le dirigí una mueca y me acomodé sobre uno de los sillones que adornaban una esquina. Pronto me visitó el sueño y me despreocupé de todo.




Mientras tanto, Alby iba hacia su habitación cuando escuchó aquel aullido y se sobresaltó. Antes había estado llorando. no iba a negarlo, pero intentaba disimularlo bajo esa apariencia de chica fuerte e independiente. Había sufrido mucho para construir aquel muro que la protegía de cualquier emoción fuerte. Claro que esa armadura se venía abajo cuando estaba con sus amigas, eran las únicas a las que lograba comprender y ser comprendida también, lo cual era un tremendo alivio. 
Sintió la adrenalina empezar a recorrer sus venas y el tatuaje en espiral empezó a brillar. Estaba lista. Se dirigió hacia la fuente de aquel sonido que había escuchado segundos antes, y acabó a los pies de una enorme escalera de caracol que descendía a lo que se asemejaba más bien a las profundidades del averno. ¿Y si necesitaban su ayuda? Era la única que podía hacer magia por la noche porque aún no era Completa. Podía sonar un tanto estúpido, pero Alby se sentía en deuda con aquellos chicos, y si podía hacer cualquier cosa por devolverles el favor, lo haría. 
Supo que llegó al final de la escalera porque sus botas pisaron suelo mojado que olía a pis de gato. Estaba todo oscuro salvo por pequeños rayos intermitentes de luz blanca que provenían del final del pasillo. Se dirigió hacia ellos y se topó con Kilian y Tommy, que miraban muy concentrados a través de una de las verjas. En el interior de aquella celda había un enorme lobo con ojos amarillos. Alby pensó que serían o Derek o Kevin. Pegó un pequeño brinco cuando Kilian la agarró del brazo.
- ¿Se puede saber qué haces aquí?- Le preguntó malhumorado.
Tardó unos segundos en reaccionar:
- Esto... había escuchado el aullido y bajé pensando que necesitaríais ayuda.- Tommy, que tampoco era Completo todavía, les miró con preocupación. Kilian le dirigió una mirada silenciosa y se dirigió, sin soltar todavía a Alby, de vuelta a las escaleras. Juntos las subieron y se alejaron de allí. 
- Alby, aprecio de veras tu gesto, pero no has hecho más que empeorarlo. - Dijo Kilian pasándose la mano por el pelo oscuro.
- Al parecer eso es lo único que sé hacer... empeorar las cosas.- Dijo agachando la mirada. Estaba cansada.
- Hey, no digas eso. Ha sido un descuido. Recuerda que al ser una Dotada, incrementas su dolor, y con el de Tommy, créeme cuando te digo que es suficiente.- Se dibujó una pequeña sonrisa en sus labios.
- Está bien, lo pillo. Perdona.- Dijo Alby dándose la vuelta para marcharse. No quería la compasión de nadie.
Justo cuando estaba en mitad del alargado pasillo, Kilian volvió a hablarle:
- Alby, ¿te encuentras bien?
- ¿Y por qué no habría de estarlo?- Dijo altiva.
- Tenías los ojos rojos. A mí no me engañas.
- Pues que sepas que estoy muy bien, gra-cias.- Recalcó. Se fue sin ni siquiera mirarle a los ojos porque sabía que si lo hacía, se derrumbaría. Llegó a su habitación, y en cuanto se tumbó, lloró desconsoladamente. Al parecer también sabía alejar a la gente de su lado. 




Se hizo de día y yo desperté con dolor de cuello. Y lo mejor de todo, sola. Sí, completamente sola. Syracus había dejado una nota sobre mi falda: 
"Lucy, siento profundamente que hayas despertado en soledad, pero asuntos graves requerían de mi inmediata presencia. Prometo compensarte. Nos vemos a la hora de comer,
Cus".
¿Compensarme? El corazón empezó a acelerárseme de forma trepidante. Aquel chico, Syracus, hacía que se me encabritase el pulso, y eso en cierta medida me aterraba. Dejé de pensar en ello y pensé en cómo encontrar la salida de aquel laberinto de libros. Al final, con un poco de concentración y bastantes vueltas conseguí salir de allí. De lo que no estaba tan segura es de si iba a volver a encontrar aquel sitio. En fin. 
Fui a ver cómo se encontraban las chicas cuando me topé con Sophie.
- ¡Lucy! Por fin te encuentro, no te encontré en tu habitación y me preocupé bastante, sobre todo tras haber escuchado anoche aquel aullido.
- Sí, perdona, nos pilló en medio de la biblioteca y tuvimos que pasar la noche allí encerrados.
- ¿Nos?
- Larga historia. Vayamos a ver a Alby.- Le dije con una sonrisilla. 
Cuando llamamos a la puerta de nuestra amiga, nos llegó un gruñido del interior. Con gruñido me refiero a sonido emitido por aquella persona que dormía plácidamente hasta que las toca-narices de sus amigas llaman a su puerta causando el inminente cabreo de ésta. 
- Pasad.- Se escuchó desde dentro.
Pasamos a la total oscuridad de repente. Con un giro de muñeca abrí las ventanas de par en par y Alby me lanzó un cojín que me impactó en toda la cara. Sophie empezó a reírse y apenas había empezado cuando otro cojinazo le llegó a ella también. Já. Sophie y yo nos miramos, y con una sonrisa cómplice nos tiramos encima de Alby.
- ¡Auch!- Se quejó. Empezamos a hacerle cosquillas por los pies y costados hasta que una tromba de agua nos empapó. Sophie se secó al instante y yo decidí vengarme levitando todos los cojines de la habitación y lanzándoselos todos a la vez a la cara. Se los tragó. Literalmente. 
Después apareció Tommy gritando por la puerta alzando el puño. Le vi y con otro giro de muñeca lo elevé por el aire mientras reía histéricamente. Le di unas cuantas vueltas en el aire y luego le dejé en el suelo mientras Sophie lanzaba pequeñas mariposas ardientes que revoloteaban por la habitación. Todo era idílico. Fuera además se escuchaba el melodioso cantar de centenares de pájaros. 
- O sea, que montáis una fiesta y no me invitáis. Muy bonito.- Se escuchó desde la puerta. Era Cus. El corazón empezó a acelerárseme. Justo detrás de él estaba Kilian que nos miraba con cara de pocos amigos. Tenía ojeras, al igual que Syracus. Tommy parecía ser el más animado. Los chicos entraron en la habitación y fue Alby la que habló:
- Si no os importa, necesitaría intimidad.- Dijo mirando fijamente a Kilian.
- Pero...- empezó a decir Cus.
- Venga, fuera. No queremos chicos.- Dijo Sophie levantándose y empujándoles.
- Pero-pero...- siguió diciendo Cus.
- Adios.- Dije sonriéndoles. Me sentía pletórica. 
- Pero, ¿y Tommy?- Terminó de decir.
Ya se había cerrado la puerta y solo quedamos nosotras tres con el niño, que seguía riendo con las mariposas de fuego.
- ¿Y Tommy?- Le dijo Cus a Kilian. Este bufó y le dejó solo. 



~ 3 MESES DESPUÉS ~


Aquella tarde fuimos las tres a dar un paseo por el bosque. Nos encontramos con el pequeño huerto que ya tenía algunas hortalizas cultivadas (gracias a Alby) y un claro justo al lado con bancos de madera y una fuente coronando el centro. Estaba en desuso, pero pareció ser imponente en los viejos tiempos. 
Nos tumbamos en el césped a respirar aquel frío primaveral. Habían pasado ya meses desde que llegamos al palacete y todavía no nos habíamos atrevido a salir de allí, pero no todo era malo. Los chicos eran magníficas personas y disfrutábamos mucho de su compañía.
Derek y Kevin se terminaron de recuperar tras dos intensas semanas y entonces pudimos ya verles cada vez más gracias a la labor de Kilian y Tommy.
He de reconocer que entre Syracus y yo se estableció un vínculo de amistad que tenía como bases la complicidad y la confianza. Había días en los que nos pasábamos horas y horas hablando, mientras que otros simplemente disfrutábamos del silencio que producían los libros. En muchas de estas ocasiones nos acompañaban Sophie y Kevin, quien descubrimos que amaba los libros tanto o más que Sophie y yo juntas (que ya es decir). Derek mientras tanto empezó a entrenarse con Kilian mañana y tarde, ya no psicológicamente para poder contenerse, sino físicamente para poder hacerle frente al rey Nim cuando llegase el momento. Pasadas unas semanas, el hermano de Sophie empezó a practicar él solo. Cada vez pasaba más tiempo en soledad y eso nos preocupaba.
Alby mientras tanto disfrutaba del huerto al que, casualmente, se acercaba de vez en cuando Kilian. Y sin dirigirse palabra alguna, ambos se entendían. Esto me causó gran alegría porque por primera vez en años, veía a Alby completamente feliz (por mucho que se esforzase en disimularlo). 
Además, el chico se había empeñado en enseñarnos a luchar por si nos atacaban de noche. La verdad es que lo veía muy práctico, así que por las mañanas practicábamos con nuestros dones y por las noches nos dedicábamos a entrenar. Al principio fue muy duro, pero ya lo hacíamos cada vez mejor y estaba bastante orgullosa del resultado. Todo esto nos iba confiriendo poco a poco, más y más independencia.

De pronto vino Tommy a sacarme de mis ensoñaciones: 
- Lucy.- Me dijo. Abrí los ojos y miré la cara de preocupación del chico. 
- ¿Qué te pasa Tommy?- Le pregunté.
- Se me ha colado uno de mis juguetes por ese árbol de allí. ¿Puedes ayudarme?- Con aquellos ojazos negros se me hacía imposible decirle que no. 
Me levanté del césped dejando a Sophie y a Alby todavía tumbadas mientras el crepúsculo de la tarde bañaba sus caras.
Llegamos a aquel árbol, y como había estado practicando mucho, pude elevarnos a Tommy y a mí del suelo para buscar el juguete. Nos recorrió una película violácea y descubrimos que el juguete se había colado entre unas ramas. Cuando nuestros pies volvieron a tocar el suelo, Tommy salió corriendo para seguir jugando cuando una voz me sobresaltó por detrás:
- ¡Raaaar!
Sin pensar, alargué el brazo hacia delante, dándome la vuelta con rapidez y paralicé a la persona que emitió aquel ¿"rugido"?
- Oh, Cus, ¿se puede saber qué mosca te ha picado?
- Perdona, quería ver si estabas alerta. Ya, hum, ya puedes bajarme. 
Mi hechizo fue deshaciéndose poco a poco y Syracus pudo volver a moverse. No había cambiado mucho desde que le vi por primera vez: seguía siendo muy alto y delgado, aunque le había crecido más el pelo. Lo único que me resultaba curioso es que a pesar de intentar aparentar ser desaliñado, no lo conseguía, siempre irradiaba una especie de elegancia innata.
- Sí, desde que estamos aquí hemos aprendido mucho gracias a vosotros. Creo que estaremos en deuda eternamente. 
- Bah, no tienes que darlas, vosotros hubieseis hecho lo mismo en nuestro lugar.- Sonrió. 
Nos dirigimos a las cocinas del palacete para cenar y descubrimos que Kilian había hecho una de sus mejores recetas: bacalao cocinado en jugo de guiso de alcachofas y habas. Olia genial.
Nos sentamos los ocho en la gran mesa y empezamos a comer aquella deliciosa comida:
- Kilian, te has superado, enhorabuena compañero.- Le dij Cus con alegría. Él asintió con entusiasmo.


Al acabar la cena, Alby se fue con Kilian y Tommy al jardín trasero. Iba a empezar a llover de un momento a otro, pero el pequeño quería ver salir a las ranas de sus escondites. Mientras, Sophie y Kevin avanzaron hacia la biblioteca, como todas las noches.
- ¿Te vienes?- Le dije a Cus.
- Por supuesto.- Respondió terminando de recoger los platos.
Fuimos los cuatro a la biblioteca, a nuestro rincón secreto, que ya no era tan secreto pues Sophie y Kevin se conocían de memoria el camino y se pasaban allí tanto tiempo como nosotros. Nos acomodamos a la cálida luz de la chimenea, y no había abierto todavía el libro cuando Kevin cayó al suelo. Empezó a retorcerse de dolor.
- ¡Kevin!- Gritó Sophie tirando el libro al suelo y corriendo a abrazarlo.
Nos agachamos junto a él para ver qué le ocurría. Entonces los ojos se le tornaron ambarinos y sus dientes en afiladas cuchillas. En milésimas de segundo que ahora recuerdo como si hubiesen sucedido a cámara lenta, Kevin alzó la cabeza y clavó sus enormes dientes en el brazo de mi amiga. Ella chilló y un reguero de sangre le empezó a recorrer la blusa. Creo que grité horrorizada. Entonces apareció Tommy de la nada y le dirigió un  haz de luz blanca a Kevin. El chico volvió a ser él, aunque algo aturdido. Luego aparecieron los demás jadeando.
Me encontraba tan acongojada que aún no era capaz de asimilar lo que acababa de ocurrir. Me agaché junto a Sophie, que tiritaba y de repente se había puesto pálida.
- Mierda, mierda, mierda.- Maldijo Syracus.
- ¿Qué hacemos?
- Esto pinta muy mal- Dijo Kilian-. Cus, necesitará la Llama.
Cus se sujetó muy fuerte del pelo, casi al borde de un ataque de pánico.
- ¿Qué es la Llama?- Dije entre sollozos aún sujetando a Sophie, que no paraba de temblar.
- Es... es difícil de explicar, pero de-debo salir de inmediato.
- ¿Salir? ¿Dónde?- Dijo Alby conteniéndose.
- Al único lugar donde podremos conseguirla. Por lo pronto, ni Kilian, ni Derek, y mucho menos Kevin podrán salir de aquí sin que pierdan el control- respiró hondo-. Sophie podrá aguantar tres días como mucho, pero sus poderes se descontrolarán, así que siendo de fuego y tú de agua, Alby, creo que sería mejor que te quedases aquí con ella.- Terminó de explicar entrecortadamente Syracus.
- Entonces solo quedamos tú y yo.- Acabé de decir.
- No, Lucy, sería muy arriesgado, Sophie te necesita a su lado.
- Si va a ser arriesgado, con más razón aún debería ir contigo. Syracus, a veces se te olvida que eres... normal. Yo podría ayudarte si pasase algo.
- No, no lo entiendes.- Dijo dándose la vuelta para evitar mi mirada.
- ¿Y yo?- Dijo Tommy.
Cus se agachó cogiendo de los hombros a su hermanito:
- Ya escapamos una vez y no voy a permitir que madre y padre te encuentren. Nunca más. Pienso protegerte.
El niño pareció disconforme al principio pero luego se lo pensó mejor y asintió.
Syracus inspiró profundamente y dijo:
- Está bien, partiremos de inmediato.
- Pero aún no has dicho dónde tenéis que ir.- Le dijo Alby.
- De vuelta al reino de Nim.




Arually

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