jueves, 19 de febrero de 2015

8. Lucy - Ojos rojos como rubíes

El sol me incidió sobre la cara y abrí con cuidado los párpados. Al principio solo veía pequeños destellos de luz, pero luego fue aclarándoseme la vista: Sophie estaba tendida sobre una de las mantas sobre aquel frío suelo de piedra, Alby se encontraba sumida en un sueño profundo, apoyando su cobriza cabellera trenzada sobre el hombro de Max, que le babeaba el pelo sin querer. El rey, tendido sobre un camastro, se encontraba ya sano y salvo y de nuevo había recuperado su apariencia de hombre joven y fuerte.



Me levanté del suelo con un profundo dolor de cabeza, cogí unas sábanas y salí de la habitación con sigilo para que nadie me escuchase. Cerré otra vez la puerta, pero esta vez lo aseguré con un hechizo para que nadie saliese hasta que yo volviese. No iba a arriesgarme a que Sophie se levantase de pronto y corriese a ver cómo estaba su hermano. Me encaminé otra vez por aquellos enormes pasillos hasta llegar a la sala de ayer. Cuando llegué, la puerta estaba bastante desvencijada, pero aún se tenía en pie. Le quité el candado mágico y la abrí sigilosamente. Los dos chicos estaban tendidos sobre el empapado suelo, sucios y algo ensangrentados. Kevin se encontraba de espaldas gracias a Dios, porque se encontraba completamente desnudo. Alcé la mano para no ver el cuerpo de Kevin, que dormía profundamente. Derek alzó levemente la cabeza en cuanto escuchó mis pasos sobre los charcos e intentó levantarse, pero parecía que sus músculos no le obedecían. Llevaba una especie de manta sobre él, como una cortina...
- ¿E-estás bien? - le susurré arrodillándome.
- Parece como si me hubieran arrancado la piel a tiras, la hubiesen hervido y luego me la hubiesen vuelto a coser con enormes agujas- suspiró-. No, no me encuentro nada bien.

Le tendí una de las sábanas y le ayudé a taparse. Tenía la cara surcada de arañazos y unas profundas ojeras que le adornaban unos ojos sin brillo. Pasé su brazo por mi cuello y le ayudé a levantarse. Tenía que asearse para que Sophie no sospechase nada, aunque francamente iba a ser un poco difícil habiendo visto ya a Kevin... Pero valía la pena intentarlo, ¿no? Juntos salimos de la habitación y nos encaminamos a otra habitación, que parecían ser unos baños con enormes bañeras de agua. Le costaba muchísimo esfuerzo caminar, pero aun así, lo hacía.
- ¿Por qué tienes tantos arañazos?
- El dolor me hace sentirme más humano.
- La próxima vez sabremos cómo pararlo.- le aseguré.
- Pues solo nos quedan unas cuantas horas.
- ¿Cómo?
- Esto lleva repitiéndose cada noche desde hace unas semanas creo, pero ayer fue la peor de todas.
- ¿Y cómo no...?
- Solo ayer me di cuenta de lo que realmente pasaba, cuando vi a Kevin... ya sabes transformándose. Entonces todo encajó... Normalmente no me acuerdo de nada cuando despierto, pero sabía que estaba pasando algo raro - exhaló-. A excepción de esta noche, que recuerdo todo a la perfección. No sé cómo he conseguido ocultárselo a Sophie...

Introdujo un pie en una de las bañeras y me di la vuelta para respetar su intimidad y ocultar mi incesante rubor.
- ¿Así que recuerdas todo?
- Sí...- reprimió un gruñido-. Recuerdo que la cabeza empezó a dolerme muchísimo y todo empezó a dar vueltas. Luego todo el cuerpo me empezó a arder como si estuviese en llamas y una rabia inhumana empezó a invadirme. Menos mal que os fuisteis, lo último que quiero es haceros daño. Mi hermana es lo único que me queda en este mundo, y no quiero que me vea como a un monstruo aunque en el fondo es lo que soy, no puedo engañarme Lucy... Después mis huesos se quebraron y una profunda agonía se adueñó de mi cuerpo. Ya-ya no podía pensar con claridad, todo eran pensamientos de matar, desgarrar y desmembrar, sentir la sangre fresca en mi boca. Era un deseo irrefrenable.

Todo lo que me estaba contando me partió el corazón. Debíamos de encontrar una solución a eso ya, no podían sufrir tanto, les iba a acabar matando.
- Hablaremos con el rey en cuanto despierte para que nos cuente todo lo que sabe. Sabe algo, estoy segura. En cuanto a Sophie, tanto si decides contárselo como si no, es tu hermana, debéis confiar el uno en el otro, y estoy segura de que no te verá como un monstruo. Ninguno os vemos así. Y ahora, deberías terminar de asearte. Mientras tanto, iré a ver a los demás para avisarles de que el peligro ya ha pasado.
Me dirigí hacia la puerta todavía de espaldas a él cuando me llamó:
- Lucy - me di la vuelta-. Gracias. Por todo esto... yo no sé qué hubiese ...
- Tranquilo - le dirigí una cálida sonrisa-. Tú hubieses hecho lo mismo en mi lugar.
Y salí de la habitación con el corazón latiendo a mil por hora.



Las manos me seguían temblando aun cuando llegué a la habitación donde todos dormían. La abrí y justo cuando la cerré, pisé un tablón de madera que desprendió un ligero chirrido que hizo que Sophie se despertara con un pequeño gritito.
- ¡Lucy! - me susurró. Se levantó con pesadumbre y con el pelo enmarañado.- ¿Cómo está Kevin?¿Y mi hermano?
- Están los dos bien, más o menos. Nada que no se pueda arreglar con vendas.- le sonreí. Sophie salió corriendo por la puerta y fui tras ella.
- ¡OH DIOS! - exclamó cuando entró en la sala del trono. Se había tapado los ojos y una expresión de espanto le cruzó la cara. Solté una carcajada.
- Creo que deberías darle esto.- y le tendí la otra sábana de color crema.
- Oh no, ¡qué vergüenza! Ni hablar.
- Venga.- Y le di un pequeño empujón para que entrase en la habitación. A pesar de su acentuado color rojo en las mejillas, Sophie avanzó no sin antes dirigirme una mirada asesina. Sonreí complacida.
Alguien me rozó el hombro por detrás y di un pequeño brinco.
- Perdona, no quería asustarte.- me dijo el hermano de Sophie.
Agaché la cabeza y justo cuando mi amiga le daba la prenda al despierto Kevin, advirtió la presencia de Derek:
- ¡¡DEREK!! - y corrió a abrazarle-. Estás raro, a parte de tu pelo digo.
- Estoy perfectamente, apenas tuve que hacer gran cosa, Lucy le dejó fuera de combate toda la noche.- dijo señalando a su amigo y esbozando una sonrisa forzada.
- Me estás mintiendo. ¿Por qué te empeñas en tratarme como a una enana? ¡¿Qué crees, que no sé lo que te pasa?! -Apretó los labios fuertemente.
Fui hacia ella.
- Sophie, tranquila, todo esto va a solucionarse, no es culpa de ellos.- la tranquilicé.
Miró fijamente a Derek:
- Quiero que me lo digas.
- ¿El qué?- respondió él.
Entonces Sophie pegó un chillido de frustración y apretó la mandíbula. Estaba realmente cabreada. Jamás la había visto de aquella manera.
Kevin consiguió levantarse y ponerse a nuestro lado inadvertidamente. Tenía un aspecto espantoso, avanzaba encorvado y con la piel brillando en un tono ceniciento.
De pronto nos encontramos  los tres mirando a Derek fijamente. Él miraba hacia los lados como una presa acorralada.
- Está bien...- suspiró con la voz quebrada-. Kevin y yo... Nosotros... Cuando llega la noche, perdemos el control y-y bueno, nos convertimos en eso hasta que sale el sol. Yo-yo...

A Sophie le tembló el labio inferior.
- Derek Lestrain, quiero que sepas - se giró también hacia Kevin y se corrigió-, que sepáis, que no sois unas bestias y que como ella ha dicho, va a solucionarse, ¿está bien?
Su hermano esbozó una pequeña sonrisa tímidamente. Ahora se sentía mucho más liberado al saber que no le guardaba ningún rencor. Los tres se abrazaron.





El rey William se despertó de mal humor. En cuanto se levantó fue a hablar con los criados. Al parecer les mandó preparar el palacete del Olvido, una especie de residencia a la que iríamos todos nosotros y esperaríamos a que el rey solucionase algunos asuntos "importantes". Mi teoría era que no nos quería tener de por medio y que luego mandaría a alguien a vernos.
- Pero señor, dentro de unas horas volverá a ser de noche, ¿qué haremos?- preguntó Alby.
- Debéis encaminaros ya hacia allí, una escolta os guiará para más seguridad. Deberíais llegar con suficiente tiempo.
- Pero también necesitamos respuestas.- dijo Kevin. Se encontraba mucho mejor ahora, pero aún se le veía preocupado.
El rey le dirigió una mirada asesina y suspiró:
- Está bien,  intentaré ser rápido y conciso: vosotros dos - señaló a Kevin y a Derek-, sois un  enorme peligro, tanto para mi reino como para nosotros los Dotados.
Solo os diré que mi hermano es como yo, herencia de familia - nos quedamos atónitos-. Salvo que su corazón está tan podrido como el hedor que emanas chico .- Dijo dirigiéndose a Kevin, que no había tenido aún tiempo para lavarse. Qué borde nos había salido el rey oye.
Kevin entornó los ojos.
- Pues bien, mi hermano ha intentado  asesinarme ya en innumerables ocasiones a través de sus "criaturas". Sí hijos sí, Nim os ha hecho eso. El que os transforméis en las bestias esas horripilantes es por su culpa, y cuanto más tiempo paséis al lado de un Dotado, más os dolerá al día siguiente. Estáis diseñados para acabar con ellos: si matáis a alguno, os haréis más fuertes. Si por el contrario no cumplís con vuestra nueva naturaleza seréis vosotros los que acabaréis muriendo. Ahora debéis salir de inmediato.
- Entonces señor, ¿hay alguna cura para ellos?- dijo Sophie muy preocupada.
- Puede. No lo sé. Solo te diré que estarían mejor muertos.

Miré con preocupación a los chicos. De verdad me apenaba muchísimo verles tan impotentes e indefensos.
- Marcháos ya, a ninguno nos conviene que oscurezca a medio camino. Cuando lleguéis, bajad corriendo a las mazmorras y encerradles. Asegurad las puertas con algún hechizo mágico solo por si acaso.




Nos subimos en los dos carruajes que nos esperaban a la salida y los caballos comenzaron a galopar. Sophie, Derek, Kevin en un carruaje y Alby, Max y yo en el otro.
Uno de los conductores alzó el látigo y el carro de delante se movió estrepitosamente. El nuestro hizo lo mismo segundos después y avanzamos detrás a buen ritmo. Aquel carro no era muy cómodo que digamos, pero por lo menos era algo.
Miré a Alby con expresión cansada y me dijo:
- Creo que deberías recostarte y descansar un poco, tienes mala cara.
Asentí con la cabeza y me recliné en el asiento. Subí las piernas sobre el asiento y cerré los ojos. Morfeo no tardó en visitarme y me sumí en un mar de oscuridad...

Me desperté de sopetón y me caí al fondo del carruaje con un ruido sordo. Auch. Max ya no estaba y Alby chillaba por la ventana con medio cuerpo fuera. ¿Pero qué...?
- ¡¡MAX!! - Gritó. El carro se desequilibró y me estampé contra una de las puertas. Genial. Aún no era capaz de enfocar bien la mirada pero me pareció que ya era de noche, la única iluminación provenía de un pequeño faro de luz colgando de uno de los laterales del carruaje. Conseguí levantarme apesadumbradamente:
- ¡¡Alby qué pasa!!- Le pregunté entre el ruido ensordecedor.
- Se hizo de noche y los chicos- los chicos desaparecieron. Max fue a ver qué pasaba cuando escuchó a Sophie gritarles y algo se le echó encima cuando estaba sobre el techo del carruaje... Lucy, Max ya no... Max ha...  - Me dijo llorando.
De pronto el cristal de la otra puerta se partió en mil pedazos y una feroz mandíbula lanzó gruñidos al aire.
Alby y yo gritamos de horror y nos agazapamos en una de las esquinas. Alby lanzó un chorro de agua a presión, pero el lobo seguía allí, con los ojos rojos como rubíes y espuma saliéndole de la boca. Le salpicó a mi amiga en la pierna y ésta empezó a chillar:
- ¡¡Quema!!- Me dijo con los ojos desorbitados por el dolor.
- ¡ Aguanta Alby! - Intenté concentrarme y mediante la magia, conseguí rodear al lobo con una película morada que le impidió moverse, pero este era muy fuerte y apenas conseguí retenerlo unos segundos.
De pronto el carruaje volcó y aplastó al lobo, pero aun así no pareció rendirse. Intentamos alcanzar la puerta para salir de allí, pero no se abría.
- ¡Por dios Lucy abre la puñetera puerta!- Me instó Alby, que seguía retorciéndose de dolor.
- ¡Lo estoy intentando!- Contesté histérica.
Entonces alguien derritió el pomo de la puerta y la abrió. Sophie apareció y nos tendió la mano. El lobo casi había conseguido librarse cuando conseguimos salir de allí y correr por el camino de piedras guiadas por la luz de Sophie. Escuchamos gruñidos a nuestras espaldas y la enloquecedora respiración de aquella bestia. Cada vez se iba haciendo más y más audible, se estaba acercando. El corazón iba a salírseme del pecho porque intentaba avanzar más rápido, pero en el fondo sabía que era imposible, iba a alcanzarnos de un momento a otro.
Sophie lanzó una bola de fuego a la oscuridad. Entonces aparecieron las siluetas de tres lobos corriendo desenfrenadamente hacia nosotras.
De pronto Alby tropezó y cayó de bruces. Frené en seco para ayudarla, no pensába abandonarla. Sophie también paró, todavía con las manos incandescentes e inútilmente intenté hacer una barrera a nuestro alrededor, pero sabía que era demasiado frágil, No iba a aguantar. Los lobos se abalanzaron sobre nosotras con una mirada enloquecida y rabiosa.
Crucé los brazos sobre mi pecho, caí de rodillas y me concentré aún más en mantener aquella barrera. Sophie mientras tanto lanzaba gigantescas flechas de fuego sin resultado alguno.
Me temblaba todo el cuerpo, pero seguiría concentrada hasta que me quedase sin aliento con tal de proteger a mis amigas. Apreté los dientes de dolor y ahogué un grito de dolor.




Abrí los ojos lentamente con un ruido incesante en la cabeza. Alguien estaba reclinado justo delante de mí. Me retiró algunos mechones de pelo de la cara y me alzó la cabeza con cuidado. Tenía las manos suaves.
Me fijé entonces que Sophie estaba tendida junto a mí en el suelo de piedras, pero no encontré a Alby.
- Shh, ya está en el palacete, no te preocupes. Ven aquí.
Me dolía todo el cuerpo, como cuando haces un ejercicio muy intenso y al día siguiente no puedes ni levantarte. Tosí e hice una mueca.
Me cogió en brazos justo cuando otra persona venía hacia nosotros.
- Vámonos ya.- ¿De quién diantres era esa voz?
No pude seguir escuchando mucho más. Los ojos se me cerraron y caí en un profundo sueño.

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